Wednesday, July 8, 2009

Smile if your heart is aching



Fue imposible permanecer impávidos frente al despliegue de dolor y conmoción pública que tuvieron lugar durante el homenaje en honor a Michael Jackson el pasado martes. Puedo confirmar la sintonía que tengo con un colega blogguero que manifestó en su estatus de Facebook que se encontraba en duelo ya que un miembro de su familia había muerto.
Siento lo mismo, una persona cercana a mi murió joven, no sé si tan lleno de vida ni tan en su ley como se podría llegar a pensar, pero si en una etapa de su vida en la que los abogados y las cortes pasaban a segundo término. Se encontraba preparando su regreso y despedida de los escenarios.
En lo que me quiero concentrar ahora, no es en la persona de Michael, ni en los dimes y diretes. No soy nadie para juzgar si fue un buen o un mal hombre, si realmente tenía tendencias pedofílicas o si solamente era muy pero muy excéntrico. Ya en un blog pasado hablé de lo que él representó para mí. Sin embargo no puedo dejar de comentar el extraño sabor de boca con el que me quedo. Era una mezcla de incredulidad y hasta de regocijo conforme iban desfilando frente a mi los artistas que tanto quiero y que tanto admiro. Hacía años que no veía a Lionel Richie ni a Steve Wonder, mucho menos a Brooke Shields, ni a la heróica Jennifer Hudson. Me emocioné y hasta por momentos me paré de mi silla y canté a voz en cuello.
De la misma manera, pensaba en un dicho muy de mi familia....'En vida, queridos, en vida', ¿por qué nadie le dijo al pobre MJ que lo quería tanto tanto tanto como para que hubiera cuidado más de su cuerpo y hubiera pensado más en sus hijos? Esos tres niños con esas caritas de miedo iguales a la de su padre. Frágiles, delgados, que casi rompes con un abrazo. Sentí entonces extrañeza de ver a tantas personas llorar, desgarrarse las vestiduras frente al féretro de Michael. Qué raro...lo mismo sentí en día del entierro de mi abuela, una especie de rabia sorda y unas irreprimibles ganas de abofetear a todos aquellos que llegaban a darme el pésame y a decirme que ella era una muy buena mujer. ¡Si ella los hubiera oido, no se hubiera querido morir entonces. Hubiera querido quedarse a seguir siendo la querida abuela, tía, hermana, amiga, mamá de todos los que la lloraban! Siento lo mismo por Michael. Si el hubiera visto este despliegue de cariño y de amor hacia los suyos y hacia su talento, nunca hubiera decidido irse así como así. Hubiera peleado.
Pero el hubiera es el consuelo de los idealistas como yo. Hoy lo único que puedo decir es que me da tristeza que ahora se le quiera tanto, que todos y cada uno de los que estamos trabajando en medios sepamos que esta será la mejor quincena del año y todo debido a Michael, que los negocios ya comienzan como siempre a sus expensas y que al final nadie guarda el sencillo y humilde duelo del que respeta a la muerte sin temerle.
Sé además que no estoy lista para despedirme de Michael, como jamás lo estaré de las personas a las que amo y que ya no están más conmigo. Soy así, la muerte me hace los mandados. Todos ellos viven dentro de mí y yo con mis pasos, mi respiración y mi sonrisa los hago vivir.
Michael es uno más de todos ellos y ellas.

Este es mi tributo...yeah!

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