Friday, March 27, 2009

Cinco minutos cinemáticos



CINCO- Tic toc, tic toc, tic toc.
El tiempo pasa lentamente cuando esperas algo que deseas mucho; o eso es lo que dicen. No quieres estar solo, nunca solo. Juegas siempre a alargar el tiempo, justamente porque no toleras la expectación. Prolongas los segundos pretendiendo que son días, semanas o meses. Esa es tu vida, dilatar presencias.

CUATRO- Llegó la mujer y pidió taciturnamente y cuatro. Es hermosa, luminosa, está insoportablemente viva. Nada que ver con mamá; bueno, mamá es bella, pero de otra manera, limpia, fresca, pero no hermosa, no así, no puede ser así.
Le doy la llave del cuarto 13 y le digo que es el más soleado, que lo disfrutará. Pero ella ha estado llorando, no me responde.

TRES- Le sugerí que tomara un baño; esperando que el agua limpiara la inmundicia de su belleza, el deseo que en mí provoca, la pintura de ojos que corre por sus mejillas. “Una mujer que se maquilla es porque se quiere mucho, hijito. Ella cuida de su cuerpo que es un templo especial. Por eso saldré esta noche con el señor, mi amor. Mami te quiere mucho, siempre te querrá, pero ella es también mujer…”.

DOS- El agua se desliza ferozmente hacia la cañería. Ella se encuentra de pie, en pantaletas y corpiño. Su cabello corto bien peinado se ha perturbado levemente, seguro la blusa blanca que se quitó y dejó sobre el escusado le despeinó el flequillo. Solamente puedo pensar en el color rojo frenesí de las uñas de sus pies; “yo lo hago, me esmalto las uñas de los pies y mi hijito los sopla uno por uno hasta secarlos. Lo dejo que lo haga, sé que le provoca una perversa satisfacción; el diablillo, igual de coscolino que su padre; el cabrón se fue y me dejó preñada después de solo una noche. Desde ese día sólo somos Norman y yo en este enorme motel, en medio de la nada”.

UNO- Abro la puerta del cuatro con la llave maestra, la que guardo siempre bajo el mostrador. Me he puesto la bata de noche y las pantuflas. Al acercarme al baño sólo veo vapor salir por debajo de la puerta y escucho que ella solloza entre el agua. Entro al baño, ella no me ve, no me oye, no me siente…eso siempre pasa, nadie me ve, nunca nadie me ve.

CERO- Aparto la cortina de un tajo y ni sombra me alarma; “madre, madre mía, no la mates mamita, yo la amo mamá, prometo ser bueno”. La hoja del cuchillo brilla, como el iris de sus ojos, ella está gritando. Mamá la está apuñalando.

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