Wednesday, February 11, 2009

Biografia de pelos



Se me comenzó a caer el pelo a inicios de este año. Inicialmente no le puse atención, siempre que me paso el cepillo por la cabeza encuentro decenas de cabellos arrancados, todos juntos, en remolinos imposibles, que limpio con disciplina del cepillo morado en forma de raqueta de ping-pong que uso desde hace años. En el suelo, recolecto también cabellos sueltos, enroscados como espirales, en las esquinas del baño, de mi habitación y en la cocina. Nunca he entendido cómo llegan ahí, es siempre un misterio. Todo se aceleró cuando comencé a notar en el baño mientras me lavaba la cabeza que se me llenaban las manos de pelo, pero no creí que pudiera ser un problema.
Acababa de salir de momentos de estrés tremendo. Había terminado con un novio que definitivamente tenía muy mal carácter y que me ponía muy nerviosa; habían robado mi casa un par de veces, con violencia; me había hecho mucho daño aceptando nuevas obligaciones en mi trabajo y había engordado mucho debido a la sedentariedad en la que me vi forzada a vivir. Un peluquero norteamericano, que vive y trabaja desde Oaxaca intentó cortarme el pelo en Agosto, y me dijo que veía en mi cabello mucho estrés…fue ahí que me di cuenta de que la cosa era realmente grave…que mi cabello siempre ha hablado por mi y de mi, con mucha más sinceridad de la que jamás he podido hablar yo misma de la vida.

Cabello como cepillo
Analycia es mi prima, hija del hermano de mi madre, en su tercer matrimonio. Si tuviera una hermana gemela, ella sería mi gemela. Es la persona que más quiero y que más admiro. He usado su ropa desde pequeña, porque soy más bajita y la sigo a todos lados. En esta ocasión, llegamos una mañana a Plaza Inn; el centro comercial de moda en los 80s. Vamos a ver las tiendas, tomar helado, corretear muchachos, y pasarla bien…o eso creo, porque Ana tiene otra agenda. El lugar se llama Super Punk, como el nuevo gel de cabello que usan las estrellas en la TV; y mi querida prima lleva sus ahorros a cuestas para hacerse un corte de cabello en la super estética. Ana admira a Roxette, el dueto sueco; no recuerdo si eran hermanos o pareja, pero si me acuerdo que cantaban una suerte de pop rítmico, con el estribillo pegajoso “Nananana, nanananana, nanananananá…she’s got the look!”
Marie, la cantante murió el año pasado de un cáncer fulminante en el cerebro, pero en esas épocas llevaba el cabello corto como cepillo, parado en la cabeza rapado por atrás. Ana quería hacer algo radical, y cortarse el pelo como Marie. Ya se imaginarán lo que sucedió después. Ana y yo salimos como cepillos de Plaza Inn, de regreso a nuestra vida ochentera.
Al vernos, mi abuela exclamó: “¡Ahora si te cagaste tu foto de quince años!”

Quiero ser como ella
En 1987, viviendo en un pueblo pequeño en Francia, pasé por la peluquería. Quería cambiar mi look y regresar a México convertida en una mujer super sexy. Mi hermana, 6 años menor que yo estaba de visita conmigo, y me llenó de confianza y valor, como la increíble niña que siempre ha sido, con comentarios del tipo, "Hermana, tu ya eres grande, te verás muy guapa". Ahí es cuando vimos una foto de Paulina Poriskova, la modelo hermosa que hacía que Tom Selleck perdiera la cabeza en aquella película de espías. Paulina llevaba el largo cabello cortado en capas separadas, bien definidas, rizadas hasta abajo, un magnífico y seductor look. Así que con la foto en la mano entré a la peluquería y le dije al hombre, que me miraba con una mueca de risa, "Quiero que mi cabello se vea así". Y así fue, por un corto periodo de tiempo, con el cabello mojado, mi cara se enmarcaba por las capas rizadas que caían en ambos lados. Pero cuando las capas secaron dieron paso a un estilo de peinado que parecía una cruza entre un brócoli y un french-poodle. Sufrí tanto al salir de la estética pensando que lo único que no me veía era sexy, que tenía 13 años, una vida por delante y años para descubrir que los peluqueros siempre hacen lo que se les dá la gana.

Clairol Castaño Rojizo 34
El cabello como los caminos y las caderas, las deudas y el amor, crece sin parar, a veces a velocidades insospechadas, a veces muy muy despacio. Estoy en la universidad estudiando Ciencias Políticas. Soy muy feliz en la U. Mis amigas son fascinantes, llenas de vida, de experiencias que no he vivido jamás. Algunas vienen de colegios de monjas y tienen una visión de lo que es el sexo, la moral, y la vida muy diferentes a la mía. Algunas son muy muy ricas y llegan en unos autos impresionantes, visten ropa que nunca he visto. Y está Héctor. Sus ojos verdes enromes me miran siempre con una mueca socarrona me susurran… "hermosa". Yo, soy pelirroja. Mi amiga Mafer me animó a pintarme el pelo largo y rizado, ese amasijo que me sale de la cabeza cuando me dijo una mañana que llegábamos a clase de microeconomía, “Es que tú te pareces mucho a Julia Roberts, la que sale en Pretty Woman, ya sabes cuál te digo, ¿verdad?”
Yo como poseída por el demonio me fui a la estética en la que mi madre se hacía las uñas y pedí que me volvieran la copia de Julia. En la Universidad nadie sabía que yo no era pelirroja, mucho menos Héctor, quién siempre me decía que mi pelo olía rico, como a pinturita. Y como Julia, viví la primera tragedia de mi vida, la pérdida de la inocencia, a la manera de una Cenicienta que se da cuenta con horror que el príncipe azul es un desgraciado que la madrastra siempre se saldrá con la suya, y que los buenos rara vez ganan. Terminé esa etapa de vida comprando mes con mes el tinte de Miss Clairol número 34 por montones, como una adicta a ese personaje tan distinto a mi misma que me ayudaba a pasar los minutos y las horas.

Maldito torero
Lucía se casó con un torero de Querétaro; es una mujer de su casa, adorable, que limpia y cocina, además de estudiar filosofía. Es mi vecina en Acorn Close; una calle lejana al Norte de Colchester, Inglaterra. Me he mudado ahí con Alejandro, mi adorado novio, y Gloria, mi compañera y amiga de trabajo. Vamos a estudiar maestrías y después Dios dirá. Alejandro y yo pasamos la mayoría del tiempo juntos, a excepción de las horas del jueves por la mañana, en las que él duerme, mientras que yo voy a la lavandería. Son horas en las que me siento a fumar y a tomar café con Svansy en una cafetería cercana. Nos ponemos a hablar de nuestras vidas. De su hija casi recién nacida, de mis frustración por vivir con Alejandro y tener que hacerla de ama de casa. Lo amo muchísimo, le digo, por eso le plancho las camisas. Esa mañana Svansy me recuerda que hay que entregar un trabajo que yo dejé –y sé bien dónde lo dejé- impreso sobre la mesa de la cocinita verde de mi casa en Acorn Close. Así que tomo el coche, y manejo rápido, rápido de regreso a casa a recoger el trabajo. Ya llegando, feliz pienso que despertaré a Alejandro, y lo llevaré a comer un Kebab con el egipcio en Head Street.
Estaciono el auto, corro a la puerta, llego a la cocina. Encima, burlón, mi trabajo me espera. Sobre de él, una cajetilla de cigarros Marlboro mexicanos, como los que fuma el torero. Subo a la habitación a despertar a mi amor y lo encuentro enredado en un poderoso 69 con la famosa Lucía. Los miro sin hacer ruido, algo fascinada por la determinación con la que la señora chupa el miembro de mi Alejandro. Salgo de ahí, sin mirar atrás. No pienso volver a ser la misma, esto no me está pasando a mí. Me rapo la cabeza una mañana fría en la que me despierto recordando el cabello de Lucía en mi cama, en mis sábanas, sobre las pantorrillas del que ahora es mi ex. Mi cabeza pequeña y mis ojos profundos, muy profundos rodeados de ojeras azules gritan ¡no tengo pelo! a un espejo recriminador.

Rayos dorados

“Marica, déjese poner un mechón bien decolorado en la cabeza… déjese”, me ruega John Jairo, el peluquero caleño que trabaja en la estética de la Séptima con 34 enfrente de la Universidad Javeriana, en el bullicioso barrio de Chapinero. Me insiste cada quincena que paso por ahí a hacerme las uñas, quitarme los bigotes, a olvidar que estoy lejos de casa y que me siento muy poco atractiva. Es el verano del 2003.
Estoy por salir de viaje a la boda de Sammy a Miami. No voy sola, pero como si fuera, no tengo compañero, tengo un roomate que dice ser mi compañero. Yo aprovecho toda ocasión para shockearlo, sacarlo que quicio, moverlo aunque sea un ápice de su zona de confort, arrancarlo de su marasmo y de su estúpida manera de ignorarme.
Así que accedo y dejo que me decoloren el mechón frontal. El resto de mi cabello es negro a comparación, resaltan mis facciones enrabiadas, mis cejas pobladas y mi inmenso abandono. Odio la forma como me veo, odio quien soy. Salgo de la estética como Blondie, desafiando a la noche, al destino. Al día siguiente en la aduana del aeropuerto de Miami, la oficial de migración norteamericana que revisa mi pasaporte se llama Leslie. Leslie, me entrevista mientras pasa mi nombre por la computadora, y por el scanner mis documentos. Y para un segundo en la foto y me mira. Me mira y ve la foto. Repite esa acción varias veces cada vez con mayor asombro en la cara. Luego me pregunta: “¿Pero usted a qué se dedica?“ Yo riendo y pensado que me cachó, que me leyó la mente, que sabe que quiero llamar la atención, le contesto secamente, “Soy profesora universitaria”.
“¿Y la dejan trabajar así?”, insiste la oficial de migración. Yo respondo que en efecto no sólo me dejan trabajar así, sino que algunas de mis alumnas han comenzado a adoptar ese etilo como moda en mis clases. Leslie sella mi pasaporte y el de mi ausente compañero. Me alejo de su ventanilla fascinada por el reflejo de mi mechón rubio en los cristales. Es el mejor estilo de cabello que jamás he tenido….qué pena que este pendejo, ni siquiera pueda verlo…

1 comment:

  1. Quiero decir que la biografia de pelo me parece magnifica, porque me acuerdo perfecto, y por los detalles que nunca supe, pero que ahora entiendo (ejemplo: Julia Roberts...)
    Lo que agregaria es el comentario que rigio mi eleccion por cabello corto la mayor parte de mi adolescencia (y me atreveria a sugerir que tambien la tuya). Aquel comentario semanal, usualmente en la sobre mesa en casa de nuestra abuela "Mijita, y tan bonito que se ve tu pelo largo".

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